Hace un mes que mi padre falleció, y cada día que
pasa más lo quiero. Le doy las gracias por los casi 50 años que estuvimos
juntos. Todo lo que hacíamos juntos nos hacía mucha ilusión: reírnos, repasar
recuerdos, contar chistes, jugar la partida, pasear, fumar, es decir estar
juntos.... Nunca nos aburríamos. Como en toda relación, alguna vez discutíamos,
pero antes de irnos a la cama, aclarábamos las cosas. Insisto en lo del amor
eterno porque estoy harto de oír que no existe. Esto es una excepción. No me
canso día a día de darle gracias a Dios por haber conocido un cielo anticipado
en la tierra. Soy católico y cuando me
acuerdo de él, cojo mi libro de oraciones y en él encuentro a mi padre. Quedo
muy tranquilo. No obstante cuando tengo un " bajoncillo ", intento ir
a la iglesia más cercana que tenga, porque ahí, me quejo de no poder tocarlo y
sentir su contacto físico. Pero de pronto el otro día creí escuchar un susurro
en mis oídos que me decía: pero hijo mío, no seas tonto ¿no te das cuenta que
aún estoy contigo?
Ricardo Martínez Moreno©. La Coruña 13 abril 2010.